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Si nada cambia, a finales de este mes de junio se quedará resuelto el mapa financiero tras la reestructuración llevada a cabo. La subasta de Catalunya Banc es la última operación pendiente. Algunas fuentes apuntan a que La Caixa está detrás de la banca minorista de Barclays en España, por lo que su apuesta por Catalunya Banc se diluiría. Otro interesado en la puja es el Banco Popular, que parece haber dado un paso atrás en este proceso. 

El fracaso en el intento de la compra de 80 oficinas fuera de Cataluña de esta entidad no ha hecho más que alejar a Popular de la operación de adquisición de todo el banco catalán. Además, Banco Popular está a punto de cerrar la toma de 45 oficinas de Citi en España y el negocio de 1,1millones de tarjetas. 

Por lo tanto, Banco Santander es el que partiría como favorito para quedarse por la entidad catalana. Podría haber sorpresas como ocurrió con la subasta de NCG y la apuesta de Banesco. 

Por otra parte, a los interesados en hacerse con Catalunya Banc parece que les preocupa el riesgo reputacional que supone la adquisición de la entidad como consecuencia del singular proceso de venta. La segregación de la cartera hipotecaria, y su traspaso eventual a un fondo buitre, puede desembocar en una oleada de ejecuciones hipotecarias que afectarían de forma directa al futuro dueño de Catalunya Banc.

Buenos datos son los que está generando Banco Gallego. Desde que Banco Sabadell tomara hace menos de seis meses la gestión de la entidad, se ha logrado captar cerca de 4.000 clientes particulares y más de 700 empresas en los primeros meses del actual ejercicio. Banco Sabadell comienza a poner en rendimiento su apuesta por Galicia tras adjudicarse Banco Gallego, antigua entidad participada de forma mayoritaria por NCG Banco. 

Por último, la gran banca quiere que a partir de julio se ponga en marcha el fondo de rescate que se está diseñando para salvar empresas fuertemente endeudadas pero aún viables. Un proyecto que se ensayará primero con cuatro o cinco compañías, y que, si sale bien, podría ampliarse en el futuro.

El proyecto se denominó en un primer momento Proyecto Midas y se le llamó "el banco malo de las empresas", aunque en este caso la estructura no será la misma, ya que la banca está casi decidida a actuar "empresa por empresa".

La medida servirá básicamente para reducir el número de quiebras empresariales y se unirá a otras iniciativas como las medidas fiscales que ultima el Gobierno y que prevén una rebaja en el impuesto de sociedades.